DÍA VIGÉSIMO. NUEVO ORDEN


¿Y si no pudiéramos salir de casa nunca más? ¿Y si, en una situación de confinamiento permanente, no pudiéramos abandonar las cuatro paredes que nos preservan de la pandemia, realizando las compras necesarias a través de internet, de modo que nos viéramos obligados a sobrevivir en nuestra prisión, más o menos confortable, el resto de nuestras vidas?

Sentado en el balcón, sobre los cinco carriles vacíos de la Av. Callao de Buenos Aires, mi cabeza viaja hacia situaciones que, por mucho que parezcan pertenecer a una película de ciencia ficción, no dejan de ser potencialmente posibles, sobre todo si tenemos en cuenta que la realidad por la que transitamos en este momento nadie la había previsto. Simplemente no se contemplaba. Así que... teniendo en cuenta que supone una distracción y que no tengo prisa para ninguna otra cosa, he dejado que mi imaginación viaje a donde le parezca, que para eso es de las pocas cosas libres que nos quedan por el momento.

La carrera de la especie humana contra la enfermedad, en busca de un antídoto o una vacuna, es lenta y lucha contra las diferentes mutaciones que la molécula experimenta cada vez que se siente acorralada. Eso ha provocado que el Gobierno dictara hace tiempo una resolución mediante la cual se nos obliga a todos a permanecer en nuestras casas en un confinamiento sin fecha de finalización. Eso fue hace cuatro años. Se habilitó un subsidio lineal por ciudadano que garantiza nuestra supervivencia, sin mayores derroches para nadie, ya que las fortunas personales fueron intervenidas y repartidas entre todos, de modo que se nos garantizara sobrevivir. Nada más. Nuestras necesidades básicas estarán cubiertas, de modo que todos tendremos raciones de comida, garantizada la asistencia sanitaria en caso de necesitarla y la ropa que se consideró pertinente y que, cada año, puede reponerse.

Solo los calificados como "esenciales" pueden salir de sus domicilios para atender las tareas básicas. Para ser considerado con esa identidad, se pasan controles férreos que impiden el fraude, de modo que exclusivamente los trabajadores de determinados sectores tienen permitido salir en los horarios estrictos en los que funcionan sus turnos laborales. Y uno de ellos son los paseadores de mascotas, por lo que sus dueños están obligados a facilitar su salida en las horas convenidas. El resto, todos en casa.

Las relaciones personales se realizan virtualmente. Las reuniones familiares, que antes tenían lugar en las fechas señaladas, alrededor de una mesa, hoy se celebran a través de una multi pantalla.en la que todos se miran, charlan y se comunican sus afectos.

Los cursos escolares, las carreras universitarias, se imparten por internet. Las profesiones han cambiado y tienden a necesidades que han surgido de lo virtual, lejos de aquellas que antes tenían el contacto humano como elemento prioritario. Ya no hay camareros, desaparecieron los vendedores y los establecimientos que despachaban al público han desaparecido. Hoy todo es virtual, todo se hace a distancia.

Los espectáculos culturales y deportivos se realizan a través de aplicaciones informáticas. Las tertulias han llenado los formatos televisivos que hoy proliferan en las plataformas digitales. Los documentales antiguos se reponen ante la falta de material de rodaje nuevo, los libros se leen exclusivamente en formatos digitales y los deportistas de élite sucumbieron ante la llegada de las competiciones online con réplicas ficticias.

Y la tristeza es el sentimiento que aflora de los rostros de los seres humanos.


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