Entradas

DÍA TRIGÉSIMO QUINTO. ANTES Y DESPUÉS. GRANDES CAMBIOS

Imagen
Hay quien insiste en que la pandemia nos hará más fuertes, que saldremos de esta siendo mejores personas, que cambiaremos de hábitos y que ganaremos puntos en empatía, que seguramente este tiempo en el que el monstruo nos ha encerrado entre las cuatro paredes de nuestra casa nos servirá para hacer balance de nuestras vidas y sacar conclusiones que nos llevarán a modificar nuestro comportamiento personal y colectivo, en una evolución como sociedad que nos llevará a un mundo en el que, como especie, seremos más respetuosos con el medio ambiente. Paparruchas. Sentado en mi balcón, sobre los cinco carriles vacíos de la Av. Callao de Buenos Aires, no dejo de pensar en las cosas que he visto últimamente en la televisión, o he escuchado por radio, o leído en los periódicos. No sé por qué, pero tengo una intuición. Por supuesto que comparto la opinión de quien dice que nada será lo mismo cuando salgamos a la calle. Después de lo visto en las pocas salidas que he podido realizar en ...

DÍA TRIGÉSIMO CUARTO. TÁPATE LA BOCA.

Imagen
Al final, las madres tenían razón. Yo creo que en todas las culturas, en cualquier latitud del mundo, una madre no es una madre en su sentido estricto de la palabra si no pronunciaba una frase de advertencia, que en todos los sitios es la misma, cuando salías de casa de pequeño para ir al colegio: "tápate la boca". En los inviernos castellanos, las heladas eran contundentes. Los charcos, en las calles, eran una pista de patinaje y de los tejados colgaban lo que llamábamos "los colmillos del diablo", que no era otra cosa que el agua, al caer de las tejas, formando verdaderos cuchillos de hielo al congelarse. Pues bien, aún con esas temperaturas, podían vestirte con pantalón de pata corta, que apenas llegaba a las rodillas, pero la consigna al salir a la calle era: "tápate la boca". Sin ese apercibimiento no salías de casa. Desde el balcón sobre los cinco carriles desiertos de la Av. Callao de Buenos Aires, cuando veo a la gente que circula p...

DÍA TRIGÉSIMO TERCERO. LA CALLE

Imagen
Hoy salí a la calle y pude caminar algunas cuadras por los lugares habituales, esos que marcaban el trayecto cotidiano hacia mi oficina, antes de que el monstruo nos encerrara bajo llave, entre cuatro paredes. Han pasado seis semanas desde que al final del verano austral la cerradura de la puerta se cerrara de un modo que sonaba eterno. Y desde entonces no ha habido más allá de dos o tres oportunidades para ir a hacer la compra, en un camino corto y directo hasta el supermercado. Pero hoy he dado un pequeño paseo. La verdad es que no me veo repitiendo un itinerario obsesivo desde la cocina hasta el dormitorio de mi casa, contando los pasos por el pasillo hasta hacer un número de vueltas al circuito improvisado que esté de acuerdo con lo que la aplicación de mi teléfono dice que es saludable. El otoño en Buenos Aires se hace evidente y el ocre de las hojas que cayeron de los árboles se amontona en las orillas de las aceras, junto al cordón de las veredas, como dicen por aquí...

DIA TRIGÉSIMO SEGUNDO. EL BALONCESTO

Imagen
Me estoy acordando de cuando iba a ver los partidos de baloncesto en mi lugar de origen, en el viejo Pabellón de Deportes, ahora remozado y en esplendor, de Palencia. La ciudad, lo explico para aquellos que no hayan viajado nunca a esa zona, se encuentra en el corazón de Castilla y León que, para entendernos rápidamente, es la franja de territorio que está más arriba de Madrid y debajo de Asturias y Cantabria, donde se encuentra el mar. A mi me gusta, cuando me preguntan, explicarlo de la siguiente manera: si tiras una línea perpendicular desde Madrid hacia el norte, hasta llegar al mar, en la mitad de ese trazo está Palencia. Una tierra sembrada de castillos medievales y espadañas románicas y góticas con un paisaje que recuerda a la Toscana, sobre todo en primavera, y con pueblos poco distantes unos de otros, en los que habitan filósofos sin carné, acostumbrados a expresarse con pocas palabras porque tienen el sentido común grabado en su cerebro. Por eso llaman al pan, pan y a...

DÍA TRIGÉSIMO PRIMERO. BALCONES

Imagen
He perdido la cuenta de los días que llevo saliendo al balcón, sobre los cinco carriles vacíos de la Av. Callao de Buenos Aires. No sé si antes de esta pandemia, esta película de ciencia ficción en la que intervenimos como protagonistas, había salido tantas veces a mirar la vida desde aquí. Seguramente no. Los balcones, a veces, son esos lugares en los que se seca la ropa, languidecen unas plantas y se acumula el producto de la contaminación de la ciudad, esa misma que respirábamos todos y que ahora ha desaparecido casi por completo. Los balcones, en las grandes ciudades como Buenos Aires, se limitan con una red que hace la doble función de impedir que los niños sufran un accidente y caigan desde ellos y que los delincuentes puedan acceder a la vivienda de una manera sencilla. Así es la vida en las ciudades en las que las diferencias notorias hacen que convivan en pocas manzanas, los pornográficamente ricos y los miserablemente pobres. Sin embargo, los balcones se han convertido ...

DÍA TRIGÉSIMO. NADIE NOS ROBÓ EL MES DE ABRIL (No éste, al menos)

Imagen
Termina abril y todos hemos recibido algún vídeo en el que alguien hace un cover de la canción de Joaquín Sabina, o incluso en versión original en la aguardentosa voz del autor, reclamando el mes de abril mientras se pregunta quién se lo ha robado. Evidentemente, haciendo un paralelismo con la letra de una de las melodías más características en la carrera del insigne autor (si le dieron un nobel a Bob Dylan, alguien debería ir pensando si el cantautor de Jaén no merece otro), todos nos dolemos del robo que ha supuesto estar todo este mes que ahora expira metidos en casa. Me he venido al balcón sobre los cinco carriles vacíos de la Av. Callao de Buenos Aires con una cerveza y un fuet que me traje del supermercado esta mañana. Y me he dedicado a pensar seriamente si lo del mes de abril es un robo o no y si hay razón para quejarse de que nos   lo han quitado. Por supuesto, entiendo el sentido que quieren darle aquellos que han enviado estos días la canción a diestro y siniestr...

DIA VIGÉSIMO NOVENO. TENGO CUATRO PROYECTOS

Imagen
Tengo cuatro proyectos para poner en marcha cuando esto pase. Como suele decirse, y ahora con más sentido que nunca, no sé si me va a dar la vida para tanto, pero esta mañana me levanté pensando que si bien existe la posibilidad matemática de no salir vivo de ésta, lo cierto es que morirme ahora mismo no me viene bien. Este no es un buen momento para mi. Tengo cuatro cosas que quiero hacer aún en la vida y me llevaría un disgusto si tuviera que irme sin al menos ponerlas en marcha, que otra cosa es conseguir mis propósitos. La vida me ha enseñado que es importante dónde colocas el listón de la frustración porque allá donde lo sitúes va a estar la línea que separa la felicidad de la depresión. Así que, cuando salí esta mañana al balcón sobre los cinco carriles vacíos de la Av. Callao de Buenos Aires, pensé de repente que soy afortunado. En mi cabeza hay ideas que se organizan y constituyen un aliciente para seguir levantándome todos los días y ponerme en marcha. Y, mientras el...